jueves, 13 de marzo de 2014

Reinventar mi vida con cada ciclo

Este es uno de los textos que escribí para la Agenda de la Mujer y que no incluí porque todos los textos de la publicación son mucho más rigurosos, contrastados y científicos. Es un resumen de una teoría que vengo desarrollando hace casi un año. Usar los cambios de nuestra menstruación como apalancamiento para transformar nuestra vida. A ver que os parece?



Parece que el patrón de cuatro fases para marcar un ciclo es recurrente en la naturaleza: las estaciones del año, las fases de la luna, nuestro ciclo menstrual...Las escuelas de sabiduría ancestral crearon el sistema de signos que hoy conocemos como el Tarot y las barajas reduccionistas que surgieron a partir de él (como la española, que eliminó las reinas). Alejándonos de todo el desprestigio y denigración al que se le ha sometido por su uso para adivinación, el tarot es en sí mismo un libro de sabiduría.
La baraja se divide en cuatro palos: oros, espadas, copas y bastos. Estos cuatro palos representan las cuatro vertientes del conocimiento de la realidad: física, mental, emocional y espiritual.
Recientemente se ha descubierto que dentro de nuestro cuerpo tenemos tres cerebros; el cuarto por supuesto no se ha encontrado porque corresponde a la dimensión más intangible, la conciencia.

Así que para comprender cualquier experiencia o realidad hay que contemplarla desde estos cuatro aspectos. Observando mi ciclo, he descubierto que en cada fase se polariza uno de estos aspectos de la realidad. Esto me está ayudando a crecer porque puedo observar mi vida y actuar cuando estoy más preparada para tomarla en cada una de las caras del prisma. Lo que quiere decir que en cada ciclo tengo la oportunidad de cambiar mi realidad, de reinventarme. Las fases no son compartimentos estancos y es difícil separarlas totalmente, pero aquí sugiero algunas indicaciones.

En la fase preovulatoria estoy polarizada en el aspecto mental de la realidad. Mis capacidades analíticas, matemáticas y racionales se multiplican. Los pensamientos son muy poderosos y optimistas, así que puedo observar cuáles son mis pensamientos sobre las cosas y comenzar a cambiarlos. Las creencias, ideas y conceptos que tenemos sobre la vida, especialmente sobre lo que no funciona bien en ella, conviene revisarlos y cambiarlos. Escribir nuestras creencias sobre alguna situación y nuevas creencias mediante afirmaciones positivas y repetirlas es el primer paso para rediseñar nuestra vida. Es el momento para trazar un plan de acción.

En la fase ovulatoria estoy activa; me siento cómoda y me manejo bien en el aspecto físico y material: el sexo, las relaciones sociales, el movimiento, la economía... Es una fase para actuar y ponernos manos a la obra para cambiar aquello que necesita un cambio en nuestra vida y que hemos descubierto en la fase previa. Tomamos como mapa de actuación todo lo diseñado en la fase preovulatoria.

En la fase premenstrual estoy más emocional. Conforme avanza esta fase estoy más conectada conmigo misma. Suelo tener facilidad para poner más atención en los aspectos de mi vida que no funcionan bien. También puedo ser mucho más creativa. Lo que se materializa en esta fase viene más de la emoción, de adentro. Y en esta fase nos equilibra nutrirnos de belleza porque tenemos más receptividad. Es muy útil en esta fase usar la parte emocional para manifestar la realidad que queremos haciendo visualizaciones muy sentidas de aquello que hemos diseñado y para lo que estamos trabajando. Imaginar cómo queremos que sea nuestra vida y deleitarnos en ello puede ser un gran apoyo en el proceso. Permitirnos imaginar, sentir, soñar. Un ejercicio interesante es escribir 101 deseos, sueños que quiero ver realizados en mi vida.

En la fase menstrual, aflora la conciencia. En esta fase estamos más cerca de nuestro ser, de quien somos realmente y conectadas con el inconsciente colectivo. Cuanto más entrenadas estemos en observarnos, más fácil resultará (el mejor entrenamiento es la meditación). Usamos esta fase para la búsqueda del sentido, para orientar nuestra vida y enraizarla en nuestros deseos del alma. Damos importancia a los sueños, a las visiones que tengamos esos días y usarlos como guía. Gracias a esta fase podemos ver la realidad profunda y completa, porque sólo con las tres anteriores corremos el peligro de confundir nuestros ideales con la realidad de nuestra vida. La naturaleza ha dispuesto en fases estos “darnos cuenta” porque no es fácil seguir una intuición. Necesitamos ir poco a poco, confiando en pequeñas cosas, contradiciéndolas para darnos cuenta que nos guiaban bien... Hay que construir un puente antes de dar grandes saltos, por eso recomiento seguir un diario intuitivo y de sueños. Estas intuiciones nos servirán de guía para un nuevo comienzo.

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