miércoles, 25 de mayo de 2011

La revolución interior

Ayer vi un documental fascinante sobre los fondos marinos, quedé maravillada al ver la cantidad de seres que existen y yo nunca antes había visto. Hay una extensa fauna en las zonas abisales de nuestros océanos, viviendo en la oscuridad y según el documental no se ha rastreado todavía ni un 1% de los fondos marinos del planeta. Lo que significa que sabemos más de la Luna y de Marte que de la tierra.

Entendí este hecho como una metáfora de lo que nos está pasando a cada uno. Miramos más al vecino que dentro de nosotros. Tras 10 años de cursos y terapias diversas (que no desprecio) yo ya creía que conocía mi sombra...ja, ja,ja... hasta que llegó la maternidad. El convertirme en madre a revelado mucha sombra y también mucha luz. Considero que todavía estoy en pleno puerperio y ya soy capaz de ver grandes avances en el conocimiento de mi misma. He visto en mí y en mi sistema de vida una gran transformación y la cuento precisamente hoy, porsi sirve como ejemplo para la transformación que quiero ver en el mundo.

Estamos viviendo un momento de cambio, vemos protestas en los centro de todas nuestras ciudades. Estamos despertando por saturación, estamos indignados. Y yo me pregunto hacia dónde queremos que se dirijan los pasos de ese cambio. Muchas son los aspectos que tienen que cambiar, el sistema en sí mismo tiene que cambiar. Hay que hacer un replanteamiento profundo que resumiría como un cambio de prioridades: Poner en primer lugar a las personas y bajar de su primer puesto al dinero y las cosas materiales.
O lo que es lo mismo a nivel individual: Dar mas valor a la emoción y a la intuición y dejar atrás la supremacía de la razón.

Mi historia es la siguiente: Me quedé embarazada en agosto de 2009, tenía una vida cómoda, vivía en Barcelona, tenía mi propia empresa, una oficina con muebles de diseño en el centro, un trabajo de profesora dónde inflar mi ego mientras otros escuchaban, tenía un piso en la zona alta, y una profesión postmoderna, al igual que mi pareja. El embarazo, que es un estado alterado de la conciencia, aunque pocos lo digan, ya me aportó una gran dosis de lucidez. Decidí quitar la oficina, trabajar menos...no sabía lo que se avecinaba. Aunque todavía pensaba incorporarme a los 4 meses al trabajo. Con el parto y el hecho de tener una criatura dependiendo al cien por cien de mi, el personaje con el que me adornaba hizo katacroker y vino la gran explosión de luz: El bebé era lo más importante y haríamos lo que hiciera falta para que este niño se criara en salud física, mental y emocional. Decidimos cambiar de vida, dejarlo todo y volver a Granada. Vivir más en contacto con la naturaleza...Por el camino gastamos nuestros ahorros, empezamos a aprender a vivir con muy poco, vivimos en varias casas (alquiladas y prestadas), he aprendido a pedir, he aprendido a recibir, a dejar el orgullo y dejarme ayudar. He vivído la solidaridad, la hermandad, la colaboración, he recibido muchas lecciones, nos hemos mudado 8 veces en seis meses con un bebé de meses....Y en medio de este trajín pude haber dejado al niño en la guardería y haberme puesto a trabajar por cuenta ajena, hoy me siento orgullosa de no haberlo hecho. Hoy soy otra persona. He traspasado el terror que había dentro de mi a no tener el sustento del dinero. Siempre he tenido techo y comida. ¿Entonces? Para mi el dinero era la medida. Contaba mi seguridad y mi valía con cifras y con variadas comodidades superfluas. Mis relaciones estaban teñidas de compra-venta y luchas de poderes basados en el tener. (Aunque yo no lo creía así.)

El puerperio me dejó al desnudo, dedicada en cuerpo y alma a otro ser, dejé el ego y las adicciones. Dejé de ser perfecta, de aparentar ser perfecta, de ir bien conjuntada, peinada, depilada, maquillada, atareada y de ser solvente. Y empecé a relacionarme con el mundo desde quien soy, con la cara limpia y al desnudo. Y viendo esta sombra he podido verme y he visto la creencia de indignidad y de poca valía que guardaba en lo más profundo y que adornaba comprando cosas bonitas. Esas creencias me han mantenido sobre-explotada por un sistema esclavista. He despertado y gracias a esta revolución interior, puedo ir a la plaza y puedo remangarme.

Creo que todos los activistas de este cambio ya han hecho la revolución interior. En sus casas y en sus tripas antes que en la calle.

Viva la revolución!

NOTA: No tengo nada en contra de las comodidades, ni de las cosas bellas (este es un mundo abundante), depende del lugar en que se usan-necesitan.

5 comentarios:

  1. Laura, me encanta!! Compartimos tantas cosas!!
    Estás muy lejos, pero te siento tan cerca!!

    Admiro mucho tu valentia, enhorabuena!

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  2. Gracias Ana!! Yo también te siento muy cerca.
    Besos

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  3. Gracias "madres cabreadas" y Zary. La verdad es que no pude hacer otra cosa. Realmente hay una gran explosión de lucidez después del nacimiento de un hijo. Ha pasado el tiempo y ahora todo va muy bien, hemos aprendido mucho. Saludos

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