Cuando estaba embarazada compré un moises y esperaba comprar pronto una cuna de colecho. No me cabía la menor duda de que mi hijo dormiría junto a nosotros en la misma habitación, pero la educación y lo que siempre has visto tiene mucho peso, además de los miedos, a aplastarlo, a que interfiera en la relación (por cierto que nadie se engañe, un hijo interfiere en la relación de pareja queramos o no). Nunca usé el moisés y no llegué a comprar la cuna.
Desde que nació mi hijo hemos tomado muchas decisiones con respecto a su crianza, algunas de ellas hay que revisarlas y cambiarlas, otras a día de hoy las vivo como equivocaciones, que de haber tenido más información o de haber estado más conectada conmigo misma y con mi bebé nunca hubiera hecho.
Pero el no dejarle llorar y el dormir los tres juntos en la misma cama es una de esas decisiones de las que estoy plenamente satisfecha y cada vez que la reviso más.
El primer día que lo tuve en los brazos entendí que su necesidad era estar conmigo, tocarme, tener acceso a mi pecho, verme, olerme, sentirse sostenido y cuidado. Fue como un rayo de conciencia, lo vi totalmente claro. La primera noche en el hospital no lo dejé en la cuna, lo metí conmigo en la cama y comenzamos a fundirnos el uno con el otro. No necesité ningún tipo de evidencia científica. Sólo mirar a mi hijo y reconocer, sentir sus necesidades.
Uno de los recuerdos que siempre guardaré calentito en mi corazón, es que desde muy pequeño (y aún lo hace) mientras duerme estira un brazo hasta tocarme con la mano, en ese momento de sueño dulce esboza una leve sonrisa y yo sé que tiene lo que necesita.
Una de las experiencias que más me han ayudado para conectar con la necesidad de mi hijo ha sido mi propio auto-conocimiento, las meditaciones regresivas que he hecho para sanar mi infancia han sido cruciales. Me han proporcionado recuerdos vividos de la angustia tan grande que sentí cuando me llevaron a observación separándome de mi madre nada más nacer. Me cuentan que lloré tres días seguidos. Mi sensación es que me moría, sentí abandono, desamparo, insatisfacción de mis necesidades, esas emociones y vivencias marcaron la construcción mental de lo que es el mundo y creedme no son nada fáciles de superar y no traen experiencia muy agradables tras de sí.
Un bebé no tiene herramientas ni físicas, ni emocionales para sobrevivir. Sólo tiene a sus padres, los padres son todo. Imagínate por un momento que todo lo que te sustenta te es arrebatado, ( Tu casa, tu coche, tu ropa, tu dinero, tus amigos, tu familia, tu capacidad de enfadarte, de defenderte de hablar claro, de ponerte en tu sitio, de pedir ayuda, tu fuerza física, tu capacidad de huir, de reconocer el peligro, tu capacidad de análisis, tu intuición......) Todo eso eres tú para tu bebé, si lo abandonas cuando te pide tu ayuda a través del llanto, lo estas dejando morir, así es como se siente.
Beneficios
- Mi tranquilidad, de saber que toda la familia está junta y a salvo mientras duermo. Y de que estamos protegidos porque estamos dos adultos para eso.
- Poder atender sus necesidades antes de que su llanto sea desconsolado.
- La comodidad de darle el pecho dormida o medio dormida y seguir en mi cama.
- Todos descansamos todas las noches.
- Es económico, ecológico y hay más espacio en la casa.
- Si durante el día ha habido ausencia de padre o madre, se sacia de estar con nosotros y luego no necesita ser tan demandante.
- Mi hijo no tiene ningún miedo a la oscuridad, es sorprendente, sobre todo para mi que tenía tanto de niña y sigo teniéndolo aún.
- Se siete seguro y lo demuestra cada día.
- Poder despertar cada mañana y ver su carita. Estar con él mientras se despereza y va volviendo a la vida sintiéndose seguro y protegido. No tiene precio.
- Jugar en la cama antes de dormir y al despertar, a veces los dos y a veces los tres. Esos momentos quedan para siempre impresos en el alma.
- Las emociones que tenemos antes de dormir y al despertar marcan la dinámica del día. Y las emociones son importantísimas para crear nuestras experiencias. La forma de despertarnos, lo que nos decimos al despertar y salir de la cama con tranquilidad, sin prisas: son prácticas para la buena salud física, mental y emocional. ¿Te imaginas lo que debe ser salir de un salto de la cama cada mañana, angustiada escuchando el llanto de tu bebé? Sin saber que le pasa hasta que lo ves.
- Por cierto ¿y el sexo? Pues colechar es una excelente excusa para salir de la rutina de horarios y de lugar.
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